Desde que se decretó el confinamiento pandémico de este lado del mundo, en marzo, son varios los argentinos que decidieron buscar en Uruguay una alternativa de vida. Algunos no habían vuelto aún de las vacaciones y aquí se refugiaron, con la ropa de verano. Tuvieron que lidiar con un invierno que, si bien resultó más clemente que otros, pidió a gritos abrigos y botas en un balneario donde son pocos los comercios con algo más que trajes de baño, bermudas y vestidos de playa. Además, en casas y apartamentos que muchas veces no están preparados para las bajas temperaturas y los vientos.

También es posible que se les exija un test de PCR de no más de 72 horas de antigüedad y seguro médico.

Javier Carballal estimó que unos 16 mil argentinos eligieron la mencionada ciudad balnearia como primer destino para alojarse. "Para que sea un lugar atractivo y la gente quiera elegirlo los controles tienen que ser más férreos", sostuvo el funcionario. Cómo son los protocolos.

Desde obtener la residencia fiscal e instalar una compañía, hasta radicar un automóvil comprado en un tercer país, la administración de Lacalle Pou baja la presión impositiva en busca de inversiones.