La Barra de Maldonado: de los cruces en balsa a convertirse en la zona más top del Este

9 de enero de 2020

Los primeros veraneantes argentinos llegaron a fines del Siglo XIX en bote. No había luz, ni agua potable. Hoy posee una oferta cultural, social y natural que seduce a extranjeros y celebrities.

"La Barra del Maldonado vivió una impresionante metamorfosis porque fue una suerte de estancia”, recordó a Infobae, Edison Pallas, miembro de la directiva de La Liga de Fomento de La Barra y Punta del Este y descendiente de uno de los primeros propietarios de la zona, Salvador Pallas Gómez.

Hoy la postal es otra, casi irreconocible. Sobre la transitada Ruta 10 se presenta un abanico de atracciones: casonas de lujo con vista al mar, hoteles boutique de diseño, oferta gastronómica internacional, galerías de arte y discos.

Mucho antes de posicionarse como uno de los destinos más convocantes de Sudamérica -fines del Siglo XIX y principios del XX-, allí veraneaban solo familias de San Carlos y algunas pocas argentinas. Y para cruzar el Arroyo Maldonado, en sus 500 metros que separan de orilla a orilla, había que hacerlo en austeras balsas.

Había dos caminos posibles que conducían de Punta del Este a La Barra: uno a través de San Carlos, recorriendo el Camino Eguzquiza, y el otro por el Arroyo, poco explorado, sin electricidad y aislado del resto de Punta del Este que lo hacia aún más fascinantes para los primeros curiosos.

“Hasta 1912 se llegaba en bote. Para eso se instaló una maroma de orilla a orilla del Arroyo Maldonado y se puso una balsa que transportaba a los visitantes, su autos y camiones. No eran frecuentes, ni tampoco rápidas”, detalló a Infobae el historiador Nelson Messano.

Hubo que esperar hasta 1947 para que se construyera el primer puente, que duró muy poco. “Algunos relatos describen que la construcción temblaba cuando pasaban los autos. Pocos lo recuerdan... se derrumbó al poco tiempo. Se pasaba caminando por el puente de madera y del otro lado te esperaba un autobús que hacía el resto del recorrido”, aclaró Pallas.

Recién en 1965, el ingeniero Leonel Viera, dio vida el puente ondulante, toda una atracción arquitectónica y turística de la costa uruguaya. “Es inexplicable esa sensación en el estómago cada vez que se lo atraviesa con el auto. Es común ver cómo las familias repiten el recorrido para disfrutarlo”, dice Pallas.

Con la creciente expansión de la zona y para mejorar la circulación fue necesaria una segunda estructura, erguida en 1999, otro gran impulsor del crecimiento.

El exclusivo balneario de proyección internacional originariamente perteneció a familias españolas. “Los primeros terrenos de La Barra fueron concedidos a la familia Piriz de San Carlos por la corona Española que luego los canjeó Salvador Pallas Gómez, encargado del fraccionamiento de cada espacio”, detalló Pallas.

Así el 8 de febrero de 1914 nació La Barra del Mandonado. Esta fecha se toma como la primera oficial , aunque ya venían turistas de San Carlos a pasar el verano. “Por eso se dice es de origen Carilino”, explicó a Infobae Messano.

Al mismo tiempo, familias argentinas descubrieron este paraíso natural y poco explorado. Los primero en frecuentar estas playas fueron familias de la alta sociedad como los Chopitea, Lacrosse y Reeder, parte del núcleo aristocrático. La dinámica de vacaciones era otra: venían a sus “ranchos” por la temporada de verano que se extendía tres meses. Buscaban algo distinto a lo que se encontraba en Punta del Este: un ambiente tranquilo, hermético y con mucho por explotar.

Las características naturales de la zona, situada en la confluencia entre el Arroyo Maldonado y el Océano Atlántico, propició el asentamiento de pescadores “pero nunca fue un pueblito de pescadores, los que se establecieron allí fue para pesca deportiva”, dijo Messano.

La zona fue ganando popularidad entre los argentinos que no sólo iban a veranear sino que además compraban ranchos para luego convertirlos en casas bajas, dándole una impronta distinta al resto de Punta del Este. Una de ellas fue Baby Victorica dueña del icónico Hotel La Posta de Cangrejo, que fue furor en los 80 y 90 y fue demolido hace unos años, que se instaló en la zona cuando empezaba a crecer.

Pero antes, y frente a la demanda de los nuevos visitantes, La Barra tuvo su primer hotel: La Toya propiedad de Naceanceno Pallas. "Mi abuelo me contó que iba a buscar a los veraneantes al la estación de ferrocarril en su camión con asientos, debía cruzar los campos abriendo las tranqueras del Cerro Eguzquiza”, contó Pallas.

De a poco fueron varios los que compraron terrenos para ir poblando la zona con pequeñas casas que miraban al mar. Y los argentinos fueron imponiendo sus costumbres. “La edificación es distinta a la del resto del Este: casas bajas, de diseño, rústicas. Esto le otorgó identidad”.

La llegada la luz eléctrica, agua potable y mayor conexión, aceleró el crecimiento. Desde hace años, La Barra es el lugar que concentra balnearios top y movida joven. Ya no son solo los argentinos los que la eligen, lo turistas vienen de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.

En promedio un alquiler de una casa para una familia puede alcanzar los 34.000 dólares para la primera quince de enero. Son propiedades de diseño con amplias suites, pileta y la mejor vista al mar. Para la inmobiliaria Pereira, La Barra tiene todo para ser exclusiva: "El pequeño lugar tiene el encanto de las playas y la arquitectura, pero además se adapta al estilo de vida que cada uno quiere llevar”.

Allí también están las playas más convocantes. Se destacan las zonas Manantiales, Montoya y Bikini para disfrutar del sol, los afters y surf. La balsa fue el inicio de todo, el eslabón fundacional que trajo la cultura, arte, gastronomía y entretenimiento a uno de los paisajes más imponentes de la Costa Uruguaya.

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